jueves, 15 de agosto de 2013

Era lo que prometimos

No hay nada. Desde que marchó solo hay oscuridad. Voy de un lado a otro sin ningún rumbo fijo. Noto a la gente que pasa a mi alrededor pero no les veo. Solo espero encontrarme con la cara que yo busco, que busco desde hace tanto tiempo. 
Me siento en un banco y todos los sitios donde miro se me hacen borrosos a la vista, quizás por las lágrimas que surcan de mis ojos hacia abajo.
Le echo de menos. Le echo tantísimo de menos...
Siento un leve calor en mi espalda y levanto la mirada, que estaba fijada en el suelo, para ver hacia mis espaldas. Me levanto también del banco. Me seco las lágrimas y... Le veo. Con las manos en los bolsillos, el pelo rebelde, despeinado y achinando los ojos por culpa del fuerte viento. Se para; me ha visto.
La respiración se me para, el calor que antes sentía en mi espalda se ha convertido en todo un cosquilleo que me invade por todo el cuerpo. Es él. Ha vuelto. El corazón noto que me saldrá desbocado, sentía que hasta él en la distancia podría escuchar cada latido de mi enfermo corazón.
Mi corazón, enfermo de amor por él, revive al verlo.
Doy la vuelta al banco y camino hacia él. No hace nada. Está quieto, mirándome fijamente. Me acerco más a él, tanto que si alargo mi brazo podre acariciarle la cara.
Se saca las manos de los bolsillos, me mira de arriba abajo y sube las manos hacia mi cabeza, donde me arregla el pelo removido por el viento. Deja de tocarme y me siento vacía, pero cuando deja sus brazos caer a cada lado de su cuerpo me sonríe.
- Hola- Dice aún con su sonrisa ladeada.
- Hola- Le contesto con un ligero temblor en mi voz.
Mis ojos se humedecen y me pregunto por qué no hace nada. Solo me observa con una mirada llena de cariño y con su sonrisa tan particular.
- Has vuelto- Digo yo evidente.
A él se le ensancha la sonrisa.
- Y tu me has esperado.
- Era lo que prometimos.- Me encojo de hombros y bajo la mirada, tímida.
- Y lo hemos cumplido.
Vuelvo a levanta mi mirada y me encuentro con la suya. Me coge de la mano y me arrastra aún más cerca suyo. Siento su calor y nuestros corazones retumbando en el pecho del otro.
Me besa y me dejo arrastrar por todos estos sentimientos retenidos dentro de mí desde hace tiempo. Me inunda su olor. Y, tanto él como yo, nos dejamos fundir en este beso tan necesitado por los dos.

Núria