sábado, 28 de septiembre de 2013

Esperando a que me hables

Me fijo en ti y veo que me observas, me miras de arriba a bajo con tus ojos azules y luego, sin mostrar ninguna emoción en tu cara, abres la puerta y te vas dejándome con las mejillas escarlatas, las piernas de gelatina y con la pregunta de siempre en mi cabeza: "¿Qué significa esto?"
Día tras día, nos cruzamos y siempre es igual, cuando coincidimos me haces lo mismo: observas, me miras fijamente, callas y te vas. ¿Qué debo hacer?, ¿Qué debo hacer después de que tus miradas se hayan convertido en mi adicción? Me has malacostumbrado. Tantos días mirándome que hasta me parece que me hablas. Tu callas, pero tu mirada no. Todas las miradas que me dedicas no son silenciosas, quieren decirme tanto que al final se acaban callando, como tu.
Tantas miradas entre tantos silencios... No lo soporto más. ¡Háblame! No puedo aguantarlo, no después de estar tanto tiempo separados. Tres semanas sin tus miradas ni tus silencios. Tres semanas sin poder ver tus ojos. Tres semanas sin sentirme que en cualquier momento puedo derretirme. Tanto tiempo que ya no sé ni lo que hago, escribo sobre ti mientras cuento las horas que me quedan para poder verte. Tan solo son unas pocas, así que si he podido aguantar tres semanas podré aguantar tres horas.
Solo quedan tres horas para verte y que me hables con tu mirada. Tres horas en las que me pasaré suspirando anhelando y esperando tus silencios y tus azulados ojos.




Núria